- Reflexionemos sobre cómo nos estamos preparando para la Semana Santa y cómo respondemos al Amor de Jesucristo, que nos ha redimido, nos ha abierto el camino de la salvación, es decir, el camino de la santidad.

- Si Dios no amara a los pecadores, no habría venido a la tierra, dijo San Agustín. Tenemos que meditar sobre esta infinita misericordia de Nuestro Señor, que nos ha amado y nos ama hasta dar la vida por nosotros, por ti, por mí.

- Dar la vida, no digo ya por un desconocido, sino por una persona que actúa como un enemigo, no entra en nuestras categorías mentales. En cambio, Jesús lo ha hecho y renueva su generosidad cuando nos acercamos al sacramento de la Penitencia, para perdonar nuestras ofensas, nuestros pecados, por grandes que sean.

- Te pregunto: ¿buscas cada día servir, ayudar a las personas que tienes alrededor? ¿rezas por toda la humanidad? Tu y yo necesitamos experimentar la caridad, la amistad de los otros, y ellos necesitan tu afecto, tu oración

- Rechacemos una actitud crítica hacia los demás. Tenemos que ayudarles a corregirse, sugiriéndoles en qué aspecto mejorar, y ofrezcámosles nuestras manos para ayudarles.