CIRENEOPresentamos algunos textos de Santa Teresa Benedicta de la Santa Cruz, conocida popularmente por Santa Edith Stein, sobre el sentido de la Cruz en la vida cristiana: "El peso de la Cruz, que Cristo ha cargado, es la corrupción de la naturaleza humana con todas sus consecuencias de pecado y sufrimiento, con las cuales es castigada la humanidad caída. Sustraer del mundo esa carga, ése es el sentido último de la via crucis... La totalidad de las culpas humanas, desde la primera caída hasta el día del juicio, tiene que ser borrada por una expiación equivalente. La via crucis es esta reparación. Las tres caídas de Cristo bajo el peso de la Cruz corresponden a la triple caída de la humanidad: el pecado original, el rechazo del Redentor por su pueblo elegido, la apostasía de aquellos que llevan el nombre de cristianos."

Explica cómo nos asociamos a Cristo en el cargar la Cruz: "El Salvador no está solo en el camino de la Cruz y no son sólo los enemigos los que le acosan, sino también hombres que le apoyan: como modelo de los seguidores de la cruz de todos los tiempos tenemos a la Madre de Dios; como tipo de aquellos que asumen el peso del sufrimiento impuesto y soportándolo reciben su bendición, tenemos a Simón de Cirene; como representantes de aquellos que aman y se sienten impulsados a servir al Señor está Verónica... es Cristo-Cabeza quien expía el pecado en estos miembros de su cuerpo místico que se ponen a disposición de su obra de redención en cuerpo y alma...

Los justos de la Antigua Alianza le acompañan en el camino entre la primera y la segunda caída. Los discípulos y discípulas que se reunieron en torno a él durante su vida terrena son los que le ayudan en el segundo tramos. Los amantes de la Cruz, que él suscitó y que nuevamente y siempre suscita en la historia cambiante de la Iglesia militante, son sus aliados en el último tramo. Para ello hemos sido llamados también nosotros"

Por último, distingue el sentido propio de la expiación cristiana, que no busca el dolor por el dolor, sino que es participación en el Misterio de Cristo, y señala la paradoja de ese gozar en medio del sufrimiento por amor a Cristo: "La expiación voluntaria es lo que nos une más profundamente y de un modo real y auténtico con el Señor... la expiación une más íntimamente con Cristo, al igual que una comunidad se siente más íntimamente unida cuando realizan juntos un trabajo, o al igual que los miembros de un cuerpo se unifican cada vez más en el juego orgánico de sus funciones...

Ayudar a Cristo a cargar con la Cruz proporciona una alegría fuerte y pura...

El sufrimiento humano recibe fuerza expiatoria sólo si está unido al sufrimiento de la cabeza divina. Sufrir y ser felices en el sufrimiento, estar en la tierra y, con todo, reinar con Cristo a la derecha del Padre; con los hijos de este mundo reír y llorar y con los coros de los ángeles cantar ininterrumpidamente alabanzas a Dios: ésta es la vida del cristiano hasta el día en que rompa el alba de la eternidad."