Fragmento de la Homilia de Apertura del Año de la Fe en la Diócesis de Ourense

por Mons. J. Leonardo Lemos Montanet, Bispo de Ourense

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Uno de los Padres Sinodales, el Cardenal Dolan, arzobispo de Nueva York, manifestó ante la 13º Asamblea Sinodal, que el sacramento de la Penitencia es el sacramento de la Nueva Evangelización y, sólo a través de él, será posible acercarse nuevamente a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, desde una perspectiva humilde.

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La recepción de este sacramento tan devaluado por algunos en los últimos lustros, empobreció la vida cristiana de nuestras comunidades, hizo que la conciencia de los creyentes se relativizara de tal modo que se ha caído en una especie de divorcio entre la doctrina y la vida, perdiéndose todo concepto de pecado, de falta, de culpa, y como consecuencia, en ocasiones, hemos abierto la inteligencia de nuestro corazón a un relativismo religioso que ha inficionado la vida de nuestras comunidades y ha empobrecido la lucha por nuestra santidad personal... hemos dejado de atender el confesionario, porque hay que ir de pueblo en pueblo, celebrando misas y no nos damos cuenta de que mientras que el número de fieles que acuden a la confesión sacramental es cada vez menor, sin embargo, crece el de aquellos que acuden a las consultas de psicopedagogos y psiquiatras, o buscan, fuera de los antaño lugares de acogida de nuestras iglesias, a alguien que les escuche.

El Espíritu nos está hablando, sin ruido de palabras. Recordad, incluso visiblemente, el impacto de la larga fila de confesionarios colocados en el Paseo del Retiro durante la última JMJ. Hermanos míos, algo está pasando, y a veces no queremos darnos cuenta. Allí donde se celebran bien los sacramentos, allí brota una comunidad cristiana viva, con dinamismo apostólico y con fecundidad vocacional. Corremos el riesgo de reducir nuestra actividad pastoral a una simple ritualización de la vida de nuestros fieles y vemos que el Papa, aun siendo anciano, nos convoca a una nueva evangelización.