¿Qué es la familia? Más allá de sus acuciantes problemas y sus necesidades perentorias, la familia es un "centro de amor", donde reina la ley del respeto y la comunión, capaz de resistir los embates de la manipulación y la dominación de los "centros de poder" mundanos. En el hogar familiar, la persona se integra natural y armónicamente en un grupo humano, superando la falsa oposición entre individuo y sociedad. En el seno de la familia no se descarta nadie: tanto el anciano como el niño hallan acogida. La cultura del encuentro y el diálogo, la apertura a la solidaridad y a la trascendencia tienen en ella su cuna.
Por eso la familia constituye una gran "riqueza social" (cf. Benedicto XVI, Caritas in veritate, 44). En este sentido, quisiera subrayar dos aportes primordiales: la estabilidad y la fecundidad.
Las relaciones basadas en el amor fiel, hasta la muerte, como el matrimonio, la paternidad, la filiación o la hermandad, se aprenden y se viven en el núcleo familiar. Cuando esas relaciones forman el tejido básico de una sociedad humana, le dan cohesión y consistencia. Pues no es posible formar parte de un pueblo, sentirse prójimo, tener en cuenta a los más alejados y desfavorecidos, si en el corazón del hombre están fracturadas esas relaciones básicas, que le ofrecen seguridad en su apertura a los demás.
Además, el amor familiar es fecundo, y no sólo porque engendra nuevas vidas, sino porque amplía el horizonte de la existencia, genera un mundo nuevo; nos hace creer contra toda desesperanza y derrotismo, que una convivencia basada en el respeto y en la confianza es posible. Frente a una visión materialista del mundo, la familia no reduce el hombre al estéril utilitarismo, sino que da cauce a sus deseos más profundos.
Finalmente, quisiera deciros que, desde la experiencia del amor familiar, el hombre crece también en su apertura a Dios como Padre. Por eso, el Documento de Aparecida indicó que la familia no debe ser considerada sólo objeto de evangelización, sino también agente evangelizador (cf. nn. 432, 435). En ella se refleja la imagen de Dios que en su misterio más profundo es una familia y, de este modo, permite ver el amor humano como signo y presencia del amor divino (Lumen fidei, 52). En la familia la fe se mezcla con la leche materna. Por ejemplo, ese sencillo y espontáneo gesto de pedir la bendición, que se conserva en muchos de nuestros pueblos, recoge perfectamente la convicción bíblica de que la bendición de Dios se transmite de padres a hijos.
Conscientes de que el amor familiar ennoblece todo lo que hace el hombre, dándole un valor añadido, es importante animar a las familias a que cultiven relaciones sanas entre sus miembros, a que sepan decirse unos a otros "perdón", "gracias", "por favor", y a dirigirse a Dios con el hermoso nombre de Padre.
Para celebrar la santa Misa, el sacerdote se reviste con diversos ornamentos para representar a Jesucristo.
Los ornamentos son cinco: El amito, el alba, el cíngulo, la estola y la casulla. En la forma extraordinaria también se usa el manípulo.
Los más usados son:
• Alba: es una túnica blanca, es lo primero que se pone.
• Cíngulo: es un cordón que se pone en la cintura y se usa como un cinto
• Estola: es una especie de banda que el sacerdote se coloca sobre los hombros
• Casulla: es como una capa que se coloca encima de toda la ropa
Estos signos manifiestan diversas virtudes de Cristo y, que necesitamos, para la vida cristiana. Las oraciones que las acompañan al revestirlos así lo indican.
-AMITO: indica recogimiento interior y exterior, en especial, del sentido de la vista.
-ALBA: significa pureza de corazón. Recuerda, además, la vestimenta bautismal, por la cual, fuimos revestidos de Cristo.
-CÍNGULO: indica la castidad con la cual debemos alejar todo lo que puede atentar contra la vocación fundamental al amor.
-ESTOLA: manifiesta la dignidad a que Jesús nos ha alcanzado después del primer pecado.
-CASULLA: significa el amor que debemos a la Cruz; la caridad a Dios y al prójimo, y el peso de las almas.
-MANÍPULO: indica las virtudes de mortificación y paciencia.
Además, la capa pluvial nos habla del vestido de gloria y de inmortalidad con que Jesús vestirá nuestros cuerpos después de resucitados.
El objetivo principal de estos signos litúrgicos es percatarse de que el sacerdote es instrumento de Cristo. Así, estos ornamentos ayudan a que el sacerdote desaparezca, para que Cristo resplandezca. Así, externamente se manifiesta lo que ocurre sacramentalmente: el sacerdote actua "in persona Christi".
Los hábitos de los religiosos tienen elementos comunes o similares a los ornamentos sacerdotales; por ejemplo, el amito tiene relación con la capucha de los frailes y el velo de las religiosas; el cíngulo es similar al cordón o cintura de los hábitos y demás.
El profesor Ratzinger explicaba que el Señor no sólo viene un momento, sino que permanece y, por tanto, recibir al Señor se prolonga más allá de la Misa:
"¿Qué quiere decir recibir al Señor? Nunca se trata solamente de un proceso corporal, como cuando ingiero un trozo de pan. Por eso nunca puede tratarse aquí solo de los sucedido en un momento. Recibir a Cristo significa acceder a él, adorarlo. Por esta razón la comunión puede extenderse más allá del momento de la celebración eucarística, incluso tiene que hacerlo. A medida que la Iglesia ha profundizado más en el misterio eucarístico, ha comprendido cada vez mejor que la comunión no puede celebrarse por completo en los solos minutos destinados a la Misa. Solamente cuando la vela del Santísimo se encendió en las iglesias y el sagrario fue colocado junto al altar, germinaron simultáneamente los brotes del misterio y la plenitud del misterio eucarístico fue asumida por la Iglesia. Allí está siempre el Señor... En el edificio de la iglesia está siempre la Iglesia, porque el Señor siempre se regala, porque el misterio eucarístico permanece, y porque nosotros, al acercarnos a él, estamos incluidos continuamente en el culto de toda la Iglesia que cree, ora y ama."
A propósito de la vitalidad de la iglesia, el Cardenal Ratzinger escribía palabras con expresiones similares al Papa Francisco:
"Todos sabemos cuál es la diferencia que hay entre una iglesia impregnada por la oración y una iglesia convertida en museo. Hoy nos encontramos ante el gran peligro de que nuestras iglesias lleguen a ser museos y que suceda con ellas como con los museos: si no están cerrados son desvalijados. Ya no hay vida en ellas. La medida de la vitalidad de la iglesia, el grado de su apertura interna, se manifiesta en que puede tener sus puertas abiertas, ya que es una iglesia impregnada por la oración."
Espero lío. Que acá dentro va a haber lío va a haber, que acá en Río va a haber lío va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!Que me perdonen los obispos y los curas, si alguno después le arma lío a ustedes, pero es el consejo. Gracias por lo que puedan hacer.
Miren, yo pienso que en este momento esta civilización mundial se pasó de 'rosca', se pasó de 'rosca', porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos.
Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida es decir, no se cuida a los ancianos pero también está una eutanasia cultural. No se los deja hablar, no se los deja actuar. Exclusión de los jóvenes, el porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo y sin empleo es muy alto y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo, o sea esta civilización nos ha llevado a excluir dos puntas que son el futuro nuestro.
Entonces los jóvenes tienen que salir, tienen que hacerse valer, los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores, y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos, transmítannos la sabiduría de los pueblos.
En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos, no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que transmite la justicia, que transmite la historia, que trasmite los valores, que transmite la memoria de pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos, déjenlos hablar, escúchenlos y lleven adelante. Pero sepan, sepan que en este momento ustedes los jóvenes y los ancianos están condenados al mismo destino: exclusión. No se dejen excluir, ¿está claro? Por eso creo que tienen que trabajar.
Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros, es un escándalo, y que haya muerto en la cruz, es un escándalo, el escándalo de la cruz. La cruz sigue siendo escándalo pero es el único camino seguro, el de la cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús.
Por favor, ¡no licúen la fe en Jesucristo!, hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana pero, por favor, ¡no tomen licuado de fe!
¡La fe es entera, no se licúa, es la fe en Jesús!, es la fe en el hijo de Dios hecho hombre que me amó y murió por mí.
Entonces hagan lío, cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes, no se dejen excluir y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licúen la fe en Jesucristo.
Las bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer padre?, Mira lee las bienaventuranzas que te van a venir bien y si querés saber qué cosa práctica tienes que hacer, lee Mateo 25 que es el protocolo con el cual nos van juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: las bienaventuranzas y Mateo 25 no necesitan leer otra cosa, se los pido de corazón.
Presentamos algunas consideraciones del Cardenal Bergoglio sobre el valor único y trascendente del hombre, en relación a la crisis.
UNA ATROPOLOGÍA CRISTIANA: UNA ANTROPOLOGÍA DE LA TRASCENDENCIA.
La verdadera medida de lo que somos no se calcula solamente en relación con un orden dado por factores naturales, biológicos, ecológicos, hasta sociales; sino en el lazo misterioso que, sin liberarnos de nuestra solidaridad con la creación de la cual formamos parte, nos emparenta con el Creador para no ser simplemente "parte" del mundo sino "culminación" del mismo. La Creación "se trasciende" en el hombre, imagen y semejanza de Dios. Porque el hombre no es sólo Adán; es ante todo Cristo, en quien fueron creadas todas las cosas, primero en el designio divino.
ANTROPOLOGIA DE LA INTRASCENDENCIA
Con la misma vara con que se mide cualquier objeto, se puede medir a una persona. Se calculan "gastos", "daños colaterales", "costos"... que solamente empiezan a "trascender" en las decisiones cuando los números abultan; demasiados desocupados, demasiados muertos, demasiados pobres, demasiados desescolarizados.
NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO
"No se puede servir a Dios y al dinero". No se trata sólo de una cuestión de ascesis personal, de un ítem junto a otros para el examen de conciencia. El dinero es la "medida universal de todas las cosas" en el mundo moderno. Todo tiene un precio. El valor intrínseco de cada cosa se uniforma en un signo numérico. ¿Recuerdan que hace ya varios años se decía que desde el punto de vista económico era lo mismo producir tanques o caramelos, mientras los números fueran iguales? Del mismo modo, sería lo mismo vender drogas o libros, si los números cierra. Si la medida del valor es un número, todo da lo mismo mientras el número no varíe. La medida de cada ser humano es Dios, no el dinero. Eso es lo que quiere decir "dignidad trascendetne". Las personas no se pueden "contar" ni contabilizar". No hay reducción posible de la persona a un denominador común (numérico o como se quiera) entre sí y con otras cosas del mundo.
Cada uno es único. Todos importan totalmente y singularmente. Todos nos deben importar.
EL MERCADO
No se trata de demonizar el Mercado como una cierta forma de organizar nuestros intercambios y pensar el mundo de la economía. Pero el problema es que la idea de "Mercado", casi en su origen, no alude a otra coas que a muchísima gente comprando y vendiendo. Todo lo que no sea comprar o vender, no forma parte de él. El problema