«Creo que el mayor destructor de la paz hoy es el aborto. Porque Jesús dijo: "Si recibís a los más pequeños, me recibís a mí". Así que todo aborto es un rechazo a recibir a Jesús, es el desprecio de recibir a Jesús. Realmente es una guerra contra los niños matar directamente a un niño inocente, asesinado por su propia madre».
«Si aceptamos que una madre puede asesinar a su propio hijo, ¿cómo podemos decirle a los demás que no se maten unos a otros? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y recordemos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así que la madre que esté pensando en abortar, debe ser ayudada a amar, o sea, a dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. Porque el niño es el mayor regalo de Dios a la familia, porque ha sido creado para amar y ser amado».
«En cuanto al padre del niño, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas. Y con el aborto, al padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida, y se le induce a poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Un país que acepta el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para conseguir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto».
«El mayor regalo que Dios le ha dado a nuestra congregación es luchar contra el aborto mediante la adopción. Ya hemos dado, sólo en nuestro hogar en Calcuta, más de tres mil niños en adopción. Y puedo decirles cuánta alegría, cuánto amor y cuánta paz han llevado estos niños a esas familias. Ha sido un verdadero regalo de Dios para ellos y para nosotros».
«Recuerdo que uno de los pequeños estaba muy enfermo, así que les pedí a los padres que me lo devolvieran y que les daría uno sano. Pero el padre me miró y me dijo: "Madre Teresa, llévese mi vida antes que el niño". Es hermoso ver cuánto amor, cuánta alegría ha llevado ese niño a esa familia».
«Recen por nosotros para que podamos seguir con este hermoso regalo. Y también les hago una propuesta: nuestras hermanas están aquí, si alguno no quiere un hijo, dénmelo, yo sí lo quiero».
El lugar para aprender el amor de Jesús
La familia es Iglesia doméstica, es la célula básica de la sociedad, pero también de la Iglesia, ya que es en el seno de la familia donde empieza todo. Presentamos algunas consideraciones de Madre Teresa de Calcuta sobre la familia:
El mejor y más seguro camino para aprender el amor de Jesús es a través de la familia.
Dedicar tiempo a la familia, buscar a nuestros hijos
Muchos de las dificultades de las sociedades modernas están causados por las familias rotas. Muchas madres y padres están tan ocupados que nunca están en casa.
Los niños vienen a casa de la escuela y no hay nadie para recibirles, para atenderles, para animarles cuando están tristes, para compartir la alegría cuando son felices.
Los niños ansían a alguien que los acepte, que los ame, que los reconozca, que este orgulloso de ellos.
Si ellos no tienen esto, irán a las calles donde hay gente lista para recibirlos. El niño puede perderse. Mucho odio y destrucción se producen cuando el niño es perdido por la familia.
Como La Virgen y San José debemos ir y buscar al niño. Cuando Jesús se perdió, ellos fueron y lo buscaron. No se sentaron a esperar. Ellos no descansaron hasta que lo encontraron.
Debemos traer de vuelta al niño, hacer que se sienta amado.
Sin el niño, no hay esperanza.
El amor empieza en el hogar
El amor empieza en el hogar. Si nosotros no nos amamos mutuamente que nos vemos 24 horas, cómo podemos amar a aquellos que vemos sólo una vez?
Mostramos el amor por la delicadeza, por la bondad, al compartir la alegría, al compartir una sonrisa... a través de pequeñas cosas.
ORACIÓN DE MADRE TERESA POR LA FAMILIA
Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada Familia de Nazaret. Ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra familia otro Nazaret, donde reine el amor, la paz y la alegría.
Que sea profundamente contemplativa, intensamente eucarística y vibrante con alegría. Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia en los momentos de gozo y de dolor. Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia especialmente en los momentos de angustia.
Haz que el corazón de Jesús Eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa.
Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día como Dios nos ama a cada uno de nosotros y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas como Tú perdonas nuestros pecados.
Ayúdanos, oh Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar todo lo que nos pides con una gran sonrisa.
Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Santos Ángeles de la Guarda permaneced a nuestro lado, guiadnos y protegednos. Amén
El trabajo es un elemento recurrente en el pensamiento del Papa Francisco. Exponemos algunas ideas del entonces Cardenal Bergoglio sobre la dignidad del trabajo y su dimensión espiritual:
El hombre en el centro
El orden social tiene por centro al hombre... Al hombre que trabaja, nos animamos a agregar; al hombre que trabaja, libre, creativa, participativa y solidariamente.
El trabajo y la dignidad
"El trabajo unge de dignidad a una persona. La unción de dignidad no la otorga ni el abolengo, ni la formación familiar, ni la educación. La dignidad viene por el trabajo."
"El trabajo es lo que nos permite realizarnos como personas y ganarnos la vida, mantenernos dignamente y mantener a nuestra familia. Cuando una sociedad basa el reparto de los bienes no en el trabajo sino en la dádiva o en los privilegios pierde el sentido de su dignidad y rápidamente se vuelve injusta la distribución de los bienes, y las personas en vez de ser dignas, son transformadas en esclavos o en clientes."
Espiritualidad del trabajo
"Frente a la concepción que reduce el trabajo a un mero empleo, que tiene por fin la producción de bienes que sólo sirven para algunos, la mirada espiritual considera al trabajo como expresión de todas las dimensiones del hombre: desde la más básica, que hace al "realizarse la persona", hasta la más alta, que lo considera "servicio" de amor."
"El trabajo hunde la raíz de su dignidad en la Trinidad misma: 'Mi Padre trabaja y Yo también trabajo', dice el Señor."
¿Cómo custodiar el trabajo?
"Instruyendo al hombre, culturalizándolo, entrenándolo, dándole la digna protección legal, dándole descanso, lugar para la recreación, asegurándole condiciones dignas para su vejez, proporcionándole un sistema de salud que lo proteja adecuadamente de sus infortunios laborales."
Salario digno
"El salario digno se convierte en el punto clave para verificar la justicia o injusticia de todo sistema socio-económico, ya que es lo que vuelve real el principio del 'uso común de los bienes'"
Ya como Papa, afirma:
"La dignidad no la da el poder, el dinero, la cultura, no! La dignidad la da el trabajo"
"El trabajo forma parte del plan de amor de Dios: estamos llamados a cultivar y custodiar todos los bienes de la creación y de este modo participamos en la obra de la creación. El trabajo es fundamental para la dignidad de las personas, nos unge de dignidad, nos hace semejantes a Dios que ha trabajado, trabaja, actúa siempre"
¿En qué consiste?
El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia consiste en no comer carne.
¿Cuándo? ¿Quién?
Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
La abstinencia es obligatoria todos los viernes del año, pero puede ser sustituida por otro acto de penitencia u oración, excepto en los viernes que de Cuaresma.
La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad.
El Papa Francisco en más de una ocasión ha utilizado la expresión "abierta" para referirse a una actitud de la Iglesia en estado de misión, que sale de sí misma. Asimismo, ha indicado que esto incluye la apertura de los templos, que no pueden permanecer tantas horas cerrados. Así, nos proponía en su documento programático: "La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas." (Evangelii Gaudium, n. 47)
Acogiendo esta propuesta del Papa, que tiene eco en muchos fieles, vamos abrir nuestro templo durante más horas al culto de los fieles. Por motivos de seguridad, se abrirá únicamente el atrio –o hall– de la misma, como ya hicimos con ocasión de la visita de la imagen de la Mare de Déu de Lledó.
Como todos sabemos, una de las dificultades de tener el templo abierto más horas es la seguridad del mismo, por eso, pedimos a todos a sentir la parroquia como propia.
-Que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical.
-El ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él.
-Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.
-Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.
-El ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos (...).Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño.
-Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana
-La limosna representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. (2008)
-La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros.
-Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría.
-La limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos.
-Podemos aprender [de Cristo] a hacer de nuestra vida un don total; imitándolo estaremos dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos
Nuestro ayuno cuaresmal puede ser rutinario y llegar a ser un gesto maniqueo más que profético consistente en cerrar la boca, porque la materia y los alimentos son impuros: cuando el ayuno que Dios quiere es partir el propio pan con el hambriento; privarnos no sólo de lo superfluo, sino aún de lo necesario para ayudar a los que tienen menos; dar trabajo al que no lo tienen, curar a los que están enfermo en su cuerpo o en su espíritu; hacernos cargo de los que sufren el azote de la droga o ayudar a prevenir la caída de tantos; el denunciar la injustica;... el car amor al que está solo y no sólo al que se nos acerca.
¡Ayunar para que otros no ayunen!
Hay una fábula que gustaba repetir al Cardenal Bergoglio con motivo de la Cuaresma. A continuación, presentamos el texto y algunas preguntas del entonces arzobispo de Buenos Aires:
"Dice que unos chicos estaban subiendo una montaña y encontraron un huevo de águila y se lo llevaron a la casa. Cuando bajaron vieron que en el gallinero de la casa había una pava que estaba incubando y entonces le metieron el huevo de águila debajo de la pava con los huevos que ella tenía de sus futuros chicos. Y bueno, nacieron los pichoncitos todos iguales pero a medida que crecían se fueron diferenciando. Hasta que ya empezaron a tener cierta autonomía y los de la pava jugaban con el agua y el pichón de águila no lo sabía hacer pero estaba ahí, entre ellos; y cada vez que veía un águila volar sentía algo adentro que le tiraba arriba pero no podía... Estaba entre los pavos. Estaba en la pavada...
¿Tú cómo estás? Tú que tienes vocación de águila, de encuentro con Jesucristo... ¿para qué vives? ¿Para la mundanidad? ¿Para la apariencia? Pensémoslo todos, es un mensaje para todos... ¿Quieres volar al mensaje de Jesucristo, ya desde ahora viviendo en plenitud o quieres vivir la pavada, en la superficialidad?"
La V Semana de Cuaresma tiene el nombre de semana de Pasión. Estamos llegando a los preludios de la Semana Santa, que se iniciará con la liturgia del Domingo de Ramos. Esta semana nos introduce en la meditación de la Pasión del Señor.
VELAR LAS IMÁGENES
Es costumbre en algunas iglesias velar las imágenes –conservando una antigua prescripción– con la semana de Pasión, con el quinto domingo e Cuaresma. Las imágenes se desvelarán en dos momentos: primero, los Crucifijos en el Viernes Santo, y posteriormente, las demás imágenes para celebrar la Pascua.
Es costumbre el cubrir elementos en la liturgia: el viril con el paño de hombros, el Sagrario con el Conopeo. Son en estos casos, signos de presencia.
Pero el gesto de velación de las imagenes tiene que ver con una cita del Evangelio de San Juan que se proclama durante esta semana: "entorn es tomaron pedres para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo." Jn 8
Curiosamente, la liturgia del Viernes Santo, en el momento de la adoración prevé descubrir el Crucifijo. Es una forma de adentrarse con la mirada del corazón en la Pasión del Señor. Por eso, la Iglesia nos invitará por tres veces: "Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo"
El signo de velar las imágenes es una llamada al recogimiento, a ese silencio interior, que nos invita a buscar más intensamente el encuentro con el Señor; así explicaba el Beato Juan XXIII este gesto:
"Las prescripciones, que mandan velar las imágenes de Jesús Crucificado, de María y de los Santos durante las dos semanas que preparan la Pascua, son una invitación a un recogimiento íntimo y sagrado en las comunicaciones con el Señor por la oración, que debe ser meditación y súplica frecuente y viva. El Señor, la Virgen Bendita y los Santos esperan nuestras confidencias y es muy natural que éstas traten de lo que conviene mejor a las solicitudes de la Iglesia católica universal."
Así, la Iglesia nos invita a mirar no tanto al exterior, como al corazón, donde el Señor quiere manifestarse y hablarnos íntimamente.
DOMINGO DE RAMOS
La conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén nos introduce en la Semana Santa al preguntarnos sobre el Señor: ¿Qué tipo de rey es Jesús? Mirémoslo: montado en un pollino, no tiene una corte que lo sigue, no está rodeado por un ejército, símbolo de fuerza. Quien lo acoge es gente humilde, sencilla, que tiene el sentido de ver en Jesús algo más; tiene ese sentido de la fe, que dice: Éste es el Salvador. Jesús no entra en la Ciudad Santa para recibir los honores reservados a los reyes de la tierra, a quien tiene poder, a quien domina; entra para ser azotado, insultado y ultrajado, como anuncia Isaías en la Primera Lectura (cf. Is 50,6); entra para recibir una corona de espinas, una caña, un manto de púrpura: su realeza será objeto de burla; entra para subir al Calvario cargando un madero. Y, entonces, he aquí la segunda palabra: cruz. Jesús entra en Jerusalén para morir en la cruz. Y es precisamente aquí donde resplandece su ser rey según Dios: su trono regio es el madero de la cruz. Pienso en lo que decía Benedicto XVI a los Cardenales: Vosotros sois príncipes, pero de un rey crucificado. Ese es el trono de Jesús. Jesús toma sobre sí... ¿Por qué la cruz? Porque Jesús toma sobre sí el mal, la suciedad, el pecado del mundo, también el nuestro, el de todos nosotros, y lo lava, lo lava con su sangre, con la misericordia, con el amor de Dios. Papa Francisco
JUEVES SANTO
Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.
Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.
En la liturgia de la Misa de la Cena del Señor hay dos elementos singulares, que manifiestan la grandeza de la Sagrada Eucaristía: por un lado, el lavatorio de pies; y, por otro, la procesión y reserva del Santísimo Sacramento.
En su homilía del año pasado explicaba el Papa Francisco respecto al lavatorio de pies: " Él es el más importante y lava los pies porque, entre nosotros, el que está más en alto debe estar al servicio de los otros. Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies es: «yo estoy a tu servicio». Y también nosotros, entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, pero entonces, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos, los unos a los otros". Y, así, proponía una pregunta: «¿Estoy verdaderamente dispuesta o dispuesto a servir, a ayudar al otro?». Pensemos esto, solamente. Asímismo, veía este rito como una caricia divina: Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, que Él hace, porque Jesús ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos.
Respecto a la procesión y reserva, explicaba el entonces Cardenal Ratzinger: "La procesión del Jueves Santo es, por definición, escolta de la Sagrada Forma, caminar con el Señor que se entrega por nosotros".
Benedicto XVI nos explicaba el significado de la Reserva Eucarística de este día:
"Este día singular, que evoca grandes misterios, concluye con la Adoración eucarística, en recuerdo de la agonía del Señor en el huerto de Getsemaní."
VIERNES SANTO
Mirad el árbol de la Cruz,
donde estuvo clavada
la salvación del mundo.
El Viernes santo, que conmemora los acontecimientos que van desde la condena a muerte hasta la crucifixión de Cristo, es un día de penitencia, de ayuno, de oración, de participación en la pasión del Señor. La asamblea cristiana, en la hora establecida, vuelve a recorrer, con la ayuda de la palabra de Dios y de los gestos litúrgicos, la historia de la infidelidad humana al designio divino, que sin embargo precisamente así se realiza, y vuelve a escuchar la narración conmovedora de la dolorosa pasión del Señor.
Luego dirige al Padre celestial una larga "oración de los fieles", que abarca todas las necesidades de la Iglesia y del mundo. Seguidamente, la comunidad adora la cruz y recibe la Comunión eucarística, consumiendo las especies sagradas conservadas desde la misa in Coena Domini del día anterior. (...)
Benedicto XVI,Audiencia General, 4 de abril de 2007
Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es ante todo aquella del dolor y de la muerte, sino la del amor y del don de sí que trae vida. Es entrar en la lógica del Evangelio. Seguir, acompañar a Cristo, permanecer con Él exige un «salir». Salir de sí mismos, de un modo de vivir la fe cansado y rutinario, de la tentación de cerrarse en los propios esquemas que terminan por cerrar el horizonte de la acción creativa de Dios. Dios salió de sí mismo para venir en medio de nosotros, puso su tienda entre nosotros para traernos su misericordia que salva y dona esperanza. También nosotros, si queremos seguirle y permanecer con Él, no debemos contentarnos con permanecer en el recinto de las noventa y nueve ovejas, debemos «salir», buscar con Él a la oveja perdida, aquella más alejada. Recordad bien: salir de nosotros, como Jesús, como Dios salió de sí mismo en Jesús y Jesús salió de sí mismo por todos nosotros. Papa Francisco
SÁBADO SANTO
El Sábado santo se caracteriza por un gran silencio. Las Iglesias están desnudas y no se celebran liturgias particulares. En este tiempo de espera y de esperanza, los creyentes son invitados a la oración, a la reflexión, a la conversión, también a través del sacramento de la reconciliación, para poder participar, íntimamente renovados, en la celebración de la Pascua. BENEDICTO XVI, 13 DE MARZO DE 2010
VIGILIA PASCUAL
La Vigilia pascual es la mayor de las celebraciones del año litúrgico, y como tal debe vivirse y presentarse a los fieles.
La Vigilia Pascual está estructurada por la liturgia de la luz (con la bendición del fuego y del cirio pascual), la liturgia de la Palabra (donde se hace memoria de los grandes momentos de la historia de la Salvación), la liturgia bautismal (con la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales) y la liturgia eucarística (culmen de la liturgia).
A partir de la Noche Santa la Iglesia vive y manifiesta, con unos signos más festivos y extraordinarios que habitualmente, como un anticipo de la vida futura y de aquella felicidad en la que cree y en la que espera compartir, ya sin velos ni figuras ni sombras, la VIDA DEL RESUCITADO.
Una idea recurrente en el pensamiento del Papa Francisco es la grandeza y valor de los ancianos. En el encuentro de la Renovación Carismática en el Estadio Olímpico de Roma decía:
"Decía a Salvador que tal vez falta alguno, tal vez los más importantes: faltan los abuelos. Faltan los ancianos, y ellos son la seguridad de nuestra fe, los «viejos». Mirad, cuando María y José llevaron a Jesús al Templo, había dos; y cuatro veces, si no cinco –no me acuerdo bien- el Evangelio dice que «fueron llevados por el Espíritu Santo». De María y José en cambio dicen que fueron llevados por la Ley. Los jóvenes deben cumplir la Ley, los ancianos –como el buen vino– tienen la libertad del Espíritu Santo. Y así este Simeón, que era valiente, inventó una «liturgia», y alababa a Dios, alababa... y era el Espíritu el que lo empujaba a hacer esto. ¡Los ancianos! Son nuestra sabiduría, son la sabiduría de la Iglesia; los ancianos que tantas veces nosotros descartamos, los abuelos, los ancianos... Y aquella abuelita, Ana, hizo algo extraordinario en la Iglesia: ¡canonizó las murmuraciones! ¿Y cómo lo hizo? Así: porque en vez de murmurar contra alguien, iba de una parte a otra diciendo [de Jesús]: «Es este, es este el que nos salvará». Y esta es una cosa buena. Las abuelas y los abuelos son nuestra fuerza y nuestra sabiduría. Que el Señor nos dé siempre ancianos sabios. Ancianos que nos den la memoria de nuestro pueblo, la memoria de la Iglesia. Y nos den también lo que de ellos nos dice la Carta a los Hebreos: el sentido de la alegría. Dice que los ancianos, estos, saludaban las promesas de lejos: que nos enseñen esto. "
Asimismo, se dirigía a los jóvenes, las familias y los enfermos.
A los jóvenes: Sería triste que un joven guarde su juventud en una caja fuerte: así esta juventud se hace vieja, en el peor sentido de la palabra; se convierte en un trapo; no sirve para nada. La juventud es para arriesgarla: arriesgarla bien, arriesgarla con esperanza. Es para apostarla por cosas grandes. La juventud es para darla, para que otros conozcan al Señor. No guardéis para vosotros vuestra juventud: ¡adelante!
A las familias: Las familias son la Iglesia doméstica, en donde Jesús crece, crece en el amor de los cónyuges, crece en la vida de los hijos. Y por eso el enemigo ataca tanto a la familia: el demonio no la quiere. E intenta destruirla, busca que no haya amor allí. Las familias son esta Iglesia doméstica. Los esposos son pecadores, como todos, pero desean ir adelante en la fe, en su fecundidad, en los hijos y en la fe de los hijos. Que el Señor bendiga la familia, la fortalezca en esta crisis con la que el diablo quiere destruirla.
A los discapacitados: Los hermanos y hermanas que sufren, que tienen una enfermedad, que están discapacitados, son hermanos y hermanas unidos por el sufrimiento de Jesucristo, imitan a Jesús en el difícil momento de su cruz, de su vida. Esta unción del sufrimiento la llevan adelante por toda la Iglesia. Muchas gracias, hermanos y hermanas; muchas gracias por vuestro aceptar y estar unidos en el sufrimiento. Muchas gracias por la esperanza que testimoniáis, esa esperanza que nos lleva adelante buscando la caricia de Jesús.